Más de la mitad de los que tenían experiencia musical estudió piano, alrededor de una cuarta parte tocaba instrumentos de viento como la flauta o el clarinete, y los demás tocaban instrumentos de cuerda, percusión o de metal.
Los participantes, que tenían niveles similares de forma física y educación, y no sufrían de alzhéimer, se sometieron a varias pruebas cognitivas. A los que tenían la mayor experiencia musical les fue mejor en las pruebas de agudeza mental, seguidos por los que tenían menos estudios musicales y los que nunca tomaron lecciones de música.
En comparación con los que no eran músicos, las personas que tenían un alto nivel de experiencia musical tuvieron puntuaciones mucho mayores en las pruebas cognitivas, entre ellas las que se relacionaban con la memoria visual espacial, nombrar objetos y la capacidad del cerebro de adaptarse a información nueva (flexibilidad cognitiva).
Los beneficios de los estudios musicales siguieron siendo obvios incluso en aquellos que ya no tocaban un instrumento, señalaron los investigadores
Más información: http://www.alzheimer-online.org/mnoticias.php?ano=2011&mes=5&id=743
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