Tengo 73 años y soy la única cuidadora de mi esposo, de 89 años, enfermo de Alzheimer. No tenemos hijos, ni familiares con los que contar. Pedro, así se llama mi esposo, era muy activo; como a mí, le encantaba leer, el teatro, el cine, viajar...Hace cuatro años se quedó prácticamente ciego. Entonces, cayó en una depresión. Por ello, no advertí lo que ahora sé que eran los primeros síntomas de la enfermad que le ha llevado a depender completamente de mí para todo: comer, asearle, vestirle...
Pedro pasa casi todo el día acostado, yo le leo mucho. Me llama constantemente, casi no puedo separarme de él. Desde hace diez días, también tiene alucinaciones He contratado a una persona que viene tres días a la semana un par de horas para que me ayude con la casa y se quede con él cuando yo me veo obligada a salir para hacer la compra, ir al banco o al médico. Yo estoy operada de la columna. Estoy agotada, física y psicológicamente.. Y este verano tenía que haberme operado del menisco. Pero no he podido porque tenía que atender a mi esposo. Siempre hemos estado muy unidos.
Nuestros ingresos me permiten solicitar una plaza de residencia de la Comunidad de Madrid cofinanciada. Yo me negaba porque me parecería que lo abandono. –“¿Qué va a hacer él sin mi?”-pensaba. Pero ya no puedo más, paso días sin salir a la calle y sin hablar con nadie. Me duele mucho la espalda por el esfuerzo de levantarlo. Y sé que llegará un momento en que yo ya no podré con todo... Aunque me ha costado muchísimo, ahora entiendo que buscar apoyo externo y recursos es lo mejor que puedo hacer para los dos.
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